Raros son los templarios que dejaron su huella en la historia; todo lo que realizaban, tanto el servicio ordinario como los actos heroicos o los sacrificios insignes, era en nombre de la orden y no en el suyo propio ni para su gloria personal. Todos tenían partes iguales en el honor del Temple y en su caudal de oraciones.
Dios, que todo lo divisa,
les juzga desde su alto estado
fin y pasión del Temple
y como a un cántaro los quiebra
así ha hecho de los templarios
como si fueran demasiado malos
tanto como muchas gentes dicen,
pero yo no sé si mentira esgrimen...
hay en el mundo muchos condenados
que en el alto cielo resultan coronados.